En México hasta el año 2021, se registraron 14.1 millones de personas (de 20 a 79 años) con diabetes, ocupando el séptimo lugar en el mundo.1 Durante ese mismo periodo, se registraron 6.7 millones de personas (también de 20 a 79 años) sin diagnosticar, posicionando a México en el sexto lugar del mundo.1
Las ventajas de una insulinización temprana para la salud de las personas que viven con diabetes han sido comprobadas científicamente, sin embargo se ha detectado una renuencia considerable a su utilización en el tratamiento, tanto por parte de los pacientes como del personal médico y profesionales de la salud.
La educadora en diabetes Jacqueline Alcántara de BD Ultra- Fine explica al respecto: “Cuando un tratamiento con hipoglucemiantes orales no ha resultado eficiente para controlar los niveles de glucosa en sangre y contamos con una hemoglobina glucosilada mayor a 7%, es importante tomar en cuenta que retrasar una terapia con insulina puede derivar en complicaciones metabólicas serias en el paciente, así como el deterioro de la visión, daño renal, pie diabético, entre otras, que afectan su calidad de vida.”
La diabetes es una enfermedad progresiva, lo que implica la necesidad de una terapia escalonada de adición progresiva de fármacos que en algún momento supone la necesidad de insulina.2 La diabetes, al tratarse a grandes rasgos de la falta de producción natural de insulina en el cuerpo (o el correcto funcionamiento de ésta), se requiere sustituirla de manera externa para mantener niveles de glucosa sanos. Por ello, resulta una tratamiento óptimo para el control de la diabetes y debe considerarse primordialmente como una de las primeras opciones de terapia.
Referente a los médicos y profesionales de la salud, entre las principales barreras que se han identificado para recurrir a una insulinización temprana destacan: 3
• La falta de conocimiento y habilidades relacionadas con el tratamiento.
• La ausencia de una buena relación/comunicación médico-paciente.
• La inercia de prescripción entre los profesionales sanitarios.
Entre las principales barreras relacionadas con los pacientes se encuentran: 3
• El miedo a las agujas y el dolor a éstas.
• Percepción negativa del uso de insulina.
• Barreras de tipo emocional.
• Falta de conocimiento o mitos relacionados con la insulina.
Jacqueline Alcántara explica “La insulina debe ser depositada en el tejido subcutáneo para que sea absorbida a una velocidad estable y funcione de manera sostenida y predecible, lo que permite llegar a los resultados esperados. Esto significa que la inyección tiene que ser superficial, apenas atravesando las capas externas de la piel, por lo que no se necesita más que agujas ultra finas y cortas para hacerlo. Son tan pequeñas que resultan nada intimidantes a la vista, hacen casi imperceptible el piquete y fomentan adherencia al tratamiento al convertir la experiencia de inyección una más cómoda, tranquila y segura.”
Asimismo, la educadora en diabetes sugiere que las agujas para dispositivos tipo pluma sean de 4mm y las jeringas convencionales sean de 6mm. La diferencia radica principalmente en que las jeringas tienen que atravesar el frasco con insulina para ser cargadas con la dosis necesaria, mientras que las plumas ya vienen precargadas de insulina y sólo hay que medir la dosis a aplicar.
Por último Alcántara efectúa un llamado a adoptar la cultura de la insulinización temprana: “En los terrenos de la diabetes aún hay mucho camino por recorrer, aprender, corregir y conocer. La educación y preparación en el tema nos harán mejorar nuestras prácticas de cuidado y tratamientos para alcanzar mejores resultados en la salud de los pacientes. Tanto ellos, como médicos, profesionales de la salud y población en general tenemos que estar juntos en este camino para luchar contra la crisis de salud pública que representa la diabetes en nuestro país.”.